Caetano/Favio/Ortega: Tres directores con cine en las venas.
por Leandro Arteaga
- 8 encuentros en agosto y septiembre | Cursado: Viernes de 17 a 19hs. Inicio 9 de agosto
- Facultad Libre, 9 de Julio 1122
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El cine es un sentimiento demasiado fuerte. Quienes lo aman lo saben. Quienes no, nunca se enteran. Hay películas que lo hacen sentir así. Hay realizadores que lo asumen de modo esencial. De hecho, éste es un lugar de encuentro para pensar las filmografías de Leonardo Favio, Israel Adrián Caetano y Luis Ortega.
Un primer vínculo, necesario. Sin esta fuerza motriz, vivencial, no habría lírica. Es así como la poética de cada uno emerge. Ahora bien, entre ellas hay también nexos. Muchos. No se trata de desentrañar guiños o referencias cruzadas, aun cuando podrían existir. Antes bien, lo que está en juego es un roce de sentimientos, de afinidades, de sensibilidades.
De los tres, Favio es quien precede. El maestro díscolo. El integrante de una joven guardia de la que sobresalió para articular mirada de vanguardia con respuesta masiva. Uno de los directores más vistos, amados y discutidos, del cine argentino. Popular y avant la lettre. Favio puede amalgamar –sólo él– aspectos que parecieran repelerse. Instauró, sin proponerlo, un modelo personal, de poeta de la imagen, almibarado de liturgia pagana. Sus preferencias políticas le acompañaron y suscitan, todavía, discusiones.
Es en esta estela de revisión cinematográfica, de asunción de preceptos estéticos, donde podemos inscribir a Israel Caetano y Luis Ortega. Así como Favio, también ellos conocieron el bajo presupuesto, la respuesta más o menos ladina del público, la masividad posterior, el reconocimiento, el retrato del inconformismo, la asunción de éste como cualidad, el placer por los géneros narrativos –con acento en Caetano– y el riesgo por filmar lo indecible –con predilección en Ortega–.
No es casual que Ortega y Caetano coincidan en proyectos –series televisivas– y que, por separado, hayan expresado su admiración por Favio. Encontrar tales coincidencias, a la manera de sensibilidades heridas, atravesadas por lo que retratan, es el móvil de la propuesta. ¿Qué líneas trazar entre El dependiente, Bolivia y Caja negra? ¿Dónde descansa la emanación que confluye entre Monoblock, Francia y Soñar, soñar? Algunos lugares, en síntesis, desde los cuales pensar afinidades pero también, y sobre todo, dilucidar aspectos característicos en la obra de cada uno de estos tres grandes directores de cine.

